Antonio Canales

Por Ana Tristán / Ana Montoya – 04/11/2020

El director, bailaor y coreógrafo sevillano Antonio Canales, quien ha cosechado numerosos premios como el Premio Nacional de Danza en 1995, la Medalla de Andalucía, el título de Hijo Ilustre Andaluz, o ser Miembro Destacado del Consejo Internacional de Danza de la UNESCO en 2013; y que, además, es socio de honor de Tetoca Actuar; se ha convertido ahora en embajador de la Gira por la Infancia 2020. En este encuentro, niños, niñas y adolescentes de veintitrés países alzarán su voz para exponer sus necesidades en materia educativa y social durante la pandemia; y realizar propuestas de mejora en sus escuelas para cubrirlas.

Mientras aún se ultiman los preparativos de la cita, hablamos con este artista internacional sobre los motivos que hacen tan necesario un evento que unirá a niños, niñas y adolescentes de varios continentes.

¿Qué te ha movido a convertirte en embajador de la Gira por la Infancia?

«Hace ya muchos años que Tetoca Actuar me tocó el corazón. Vi el trabajo que hacían para promover la educación inclusiva con niños que tenían problemas; y, desde ese momento, me enamoró todo el trabajo que hacía el equipo; y empecé a colaborar con Tetoca Actuar como uno de sus padrinos. Me propusieron ser embajador de la Gira por la Infancia para ayudar a que llegara al mayor número de gente posible y, rápidamente, sin pensármelo, les dije que sí».

¿Qué mensaje te gustaría transmitir a los jóvenes?

«Mi mensaje es que ellos no tienen que pedir, tienen que exigir; porque ellos son los herederos del mundo. Ellos tienen derecho a que les escuchen los gobiernos, los mayores… porque a veces estamos rodeados de niños, pero no les escuchamos. En las mismas casas, a veces, tienen tantos problemas los padres, que no están para otro problema más, que es el de escucharles; y ese no es otro problema más, es elemental, como el agua, es de primera necesidad». 

« Mi mensaje es que ellos no tienen que pedir, tienen que exigir; porque ellos son los herederos del mundo».

¿A qué se debe esta sensibilidad especial por la infancia?

«Me emociona mucho ver cómo crecen las flores, e ir cultivándolas desde jóvenes. Cuando estos chicos maravillosos me cuentan lo que están haciendo ahora: uno formación mecánica, el otro aeronáutica, el otro quiere ser odontólogo… uno se siente doblemente feliz. Es muy reconfortante darlo, porque es muy reconfortante lo que recibes. A mí me gusta implicarme muchísimo con los niños y la juventud; e invierto todo lo que puedo de mi ilusión, mis ganas y mi corazón».

¿Qué significa para ti la experiencia de estar en contacto con los jóvenes a través de la docencia?

«Muchísimo, a mí me gusta la docencia; desde mis veintipocos años ya me gustaba enseñar; es algo que nace de mí. Cuando he venido con los chicos de Tetoca Actuar les hemos bailado, les hemos dado clase, hemos hecho festivales… para que ellos vieran el arte del toque, del baile y del cante; además, ellos tienen sus clases de flamenco. Y, por supuesto, en lo que a mí me toca, que es dar clases y enseñar mi baile, pues estoy muy cerca de ellos».

¿Qué crees que necesitan los chicos y chicas con los que has compartido estos momentos?

«Debemos poder llevarles a sacar lo que ellos tienen dentro. Hay chicos que si no hubieran llegado aquí, no habría aprendido a tocar el piano, y tenían ese don, ese talento. Tenemos que escarbar en el talento que ellos tienen, y que, quizás, por sus problemas en casa o por sus dificultades, si no hubieran tenido esta posibilidad, no lo hubieran sacado. Entonces, no es que seamos unos sacatalentos, no es eso, sino que activamos el germen que ellos llevan dentro, tanto artístico como en otro sentido.

»Por eso, debemos decirles: queremos que nos contéis vuestras cosas, que habléis, que seáis vuestros propios moderadores. De esta manera hacemos que tengan una responsabilidad, que les va a llevar a un mundo mejor y a tomar unas decisiones que a los jóvenes les hacen falta; y a no perderse, porque a lo mejor viven en barrios marginales, o en situaciones familiares difíciles».

¿Crees que podemos estar desaprovechando talento por no escuchar lo suficiente a los jóvenes?

«Por supuestísimo. En esta sociedad de consumo todo va muy rápido y la enseñanza no está al nivel que esos niños merecen; se imparte algo así como al por mayor, y eso perjudica mucho; sobre todo a chicos que están en barrios marginales. Hay muchísimos niños que no tienen escuela en el mundo, que no saben leer ni escribir, y eso es muy problemático.

»Si no fuera por la labor de instituciones como Tetoca Actuar, y otras ONGs o educadores alternativos, el mundo estaría muchísimo más ciego y más perdido. El mundo va a una velocidad que no atiende a estas causas, ni a estos problemas; y, últimamente, además, se crea demasiada gente en serie; y las cosas en serie no molan mucho. A mí no me gustan los seres humanos en serie, me gustan más los seres humanos genuinos, con talento y exclusivos».

¿Qué papel crees que juega la familia en el desarrollo de un niño?

«La familia debe de ser un pilar, y es un pilar, por supuesto. Pero, quizás, no en todas las familias, no porque sean malas familias sino por sus carencias, pueden atender al niño como es debido. Hay familias en las que los padres tampoco saben leer o escribir, y muchas donde los niños tienen que empezar a trabajar muy pronto porque hace falta para comer en casa; y todo eso va llevando a que el adolescente pierde su adolescencia, a que el niño pierde su inocencia; entonces, para eso estamos nosotros, y para eso debe estar el mundo, para rescatar, no sólo al niño, sino también a toda la familia.

»Aunque la responsabilidad no es sólo de las familias, porque el educador debe enseñar al niño, pero también escucharle; y es que hay cosas que el niño no te puede decir si no le escuchas: si en casa están bien, si tiene otro tipo de problemas que el niño se calla… Yo diría a los educadores: mete la mano en tu pecho y escucha bien a los niños que tienes en tus manos, porque estás creando el futuro del mundo. Tratar con los niños es algo muy delicado y comprometido».

«… mete la mano en tu pecho y escucha bien a los niños que tienes en tus manos, porque estás creando el futuro del mundo».

¿Cómo fue tu infancia en los corrales de vecinos de Triana y qué echas de menos de ella?

«En aquellos tiempos tuvimos muchas necesidades. Heredábamos la ropa de los hermanos, de los primos… Pasábamos frío y pasábamos mucha hambre. A veces comíamos lentejas por la mañana y por la noche lentejas con arroz, y mi madre decía que era diferente plato. No teníamos yogures; yo me comí mi primer yogur a los once años; no sabía ni que eso existía. Pero sí sabía que existían muchas otras cosas: la humanidad, el compañerismo, el verdadero vecino… Nosotros éramos hijos de leche de todo el corral, porque cuando una mujer daba a luz y no tenía leche pues a su hijo le amamantaba otra que había dado a luz, por lo que hemos amamantado de todos los pechos de las vecinas. La forma de escuchar en los corrales, la vida… se escuchaba en los corrales cómo moría el vecino, como nacía… Echo mucho de menos todas esas cosas.

»El mundo se ha vuelto mucho más individualista, ya no hay vecinos, ni conoces al que vive encima de ti. Durante la convivencia en el corral teníamos muchas carencias pero, por otro lado, teníamos también muchos tesoros que hoy en día se han perdido. Afortunadamente, estas cosas se incentivan desde ONGs como Tetoca Actuar, que intentan promover que los niños puedan hablar entre ellos, reír, jugar… no perder ese alma de niño; porque creo que la sociedad, cada día más, la está perdiendo».

Por último ¿cómo crees que puede ayudar el arte a la juventud?

«El arte mueve montañas, el arte amansa a las fieras… como decía Lorca: “Un mundo sin arte es un mundo en penumbra, casi a oscuras”. Sin arte, apaga y vámonos; porque, por ejemplo, en estos momentos tan duros de la pandemia, lo que ha hecho todo el mundo ha sido leer libros, ver pintura, escuchar música, ver películas, teatro y danza. No sólo de pan vivirá el hombre, el arte es otro alimento de primera necesidad; y para los jóvenes puede ser un vehículo, porque, por medio del arte, se toca el cielo».

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