Por Sara Macarro – 24/12/2020
Pablo Álvarez Domínguez, licenciado en Pedagogía y Doctor en Pedagogía, actualmente es profesor de Historia de la Educación en la Universidad de Sevilla, nos va a hablar de educación, tema que trata con pasión.

Por segundo año consecutivo has sido nominado a los Premios Educa Abanca, tengo entendido que para este premio son los alumnos quienes te proponen ¿Cómo se consigue que tus alumnos te consideren uno de los mejores profesores y te propongan para dicho premio?
“Es muy buena pregunta, y es la pregunta que en primer lugar se le ocurre hacer a cualquier persona que se interesa por esta cuestión; pero, sinceramente, no es fácil de responder. Yo entiendo que, cuando los estudiantes están satisfechos con un proceso de enseñanza-aprendizaje, encuentran motivos para valorar la labor del profesor. Pero claro, creo que este motivo no es suficiente, que el motivo tiene que ir mucho más allá: desarrollar una enseñanza que no pase desapercibida para el alumnado es muy importante, sobre todo, una enseñanza basada en una pedagogía de la pregunta. Yo creo que los profesores debemos tener en cuenta las preguntas de los estudiantes, para así poder responderlas de la mejor manera posible. Entonces, el hecho de aplicar o desarrollar metodologías que salen de lo convencional y se alejan de lo tradicional… quizás sea en este caso un punto a considerar por parte de los estudiantes. Hay muchas maneras de enseñar y de aprender; pero quizás en estos premios se valore particularmente el planteamiento innovador de la materia, el cómo se enseña esa materia; en definitiva, el aplicar fórmulas diferentes que aporten a la formación del estudiante de una manera dinámica, rompedora, ramificadora… Son ingredientes que están ahí y que, probablemente, sean los que les ayuden a apoyar una candidatura de este tipo. Creo que salir de lo convencional, salir de la norma quizá sea el detonante que lleve a plantear esa propuesta”.
¿Qué te gusta transmitir a tus alumnos para que se conviertan en grandes profesionales de la educación?
“Hay un consejo que me gusta transmitir y que lo transmito en varias ocasiones a lo largo del cuatrimestre, y es que el ser humano vale lo que se esfuerza. En función de cuánto y cómo nos esforcemos así vamos a conseguir en nuestra vida. La pedagogía del esfuerzo es la base en la que debe apoyarse su propio ser y su propia esencia todo ser humano. El trabajo es el fruto de nuestro esfuerzo, y el esfuerzo conlleva la posibilidad de que vivamos lo que conseguimos con satisfacción. El propio Cicerón decía que, estar contento y satisfecho con el trabajo y el esfuerzo realizado, es la mayor de las riquezas que puede tener el ser humano. En ese sentido el mensaje que les quiero trasladar siempre es ese: el hombre vale lo que se esfuerza, y que podemos realmente, gracias a ese esfuerzo, conseguir grandes cosas en esta vida. En este caso, los futuros adultos – los hombres y mujeres del mañana – cuanto más se esfuercen mejor nos irá a todos en esta vida”.
“Para mí la docencia significa todo. Sin la educación no podemos humanizarnos…”
¿Qué significa para ti la docencia?
“Para mí la docencia significa todo. Sin la educación no podemos humanizarnos, eso lo primero. La educación va ligadaal ejercicio o al desarrollo de la labor docente y, en este caso, creo que soy un privilegiado de poder dedicar mi vida laboral y, también, la personal a ello; porque mi vida no tendría sentido sino es a través y mediante la docencia. De esta forma, considero que es fundamental tomar conciencia de lo importante que es esta tarea; y de cómo, realmente, los docentes tenemos en nuestras manos el transformar a pequeña escala no solo la vida de las personas, sino también nuestra sociedad. Creo firmemente en el poder de la educación, la educación transforma la vida de las personas y nos hace libres aprendiendo a ser responsables, eso me parece una cuestión importante en el ámbito educativo. Desde la educación ofrecemos las herramientas que el ser humano necesita para su propio desarrollo personal y social. En este sentido, mi labor es sumamente gratificante, porque me alegra el poder colaborar en tareas y en retos de este tipo. También formo a futuros maestros, por tanto, la satisfacción es doble”.
¿Consideras que el trabajo docente está lo suficientemente valorado en nuestra sociedad?
“Creo que el trabajo en sí está valorado. Nadie se imagina una sociedad sin maestros y sin educadores ¿Qué sería de nosotros sin maestros y sin educadores? Pero una cosa es estar valorados, y otra cosa es estar reconocidos. El valor sí lo tiene la figura docente, pero ¿está reconocido a nivel social?, ¿se le reconoce la importancia real que tiene para transformar la vida de la gente y la sociedad en la que nos encontramos inmersos? A la profesión se le reconoce que es importante, pero no se le termina de reconocer, con mayúscula y a todos los niveles, lo que supone. Parece que como cualquier persona puede acceder a los estudios de magisterio, ser docente, tener la oportunidad de aprobar unas oposiciones…, y cuando lo que cala es ese mensaje: ser maestro no es nada complejo, es algo fácil y llano y un trabajo al que toda persona puede hacerle frente, conlleva cierta incomprensión o falta de reconocimiento a esa labor”.
¿Qué metodologías sueles usar con más frecuencia en clase?
“Suelo utilizar metodologías innovadoras, pero que entren en contacto o diálogo con lo tradicional, porque en ningún momento digo que la enseñanza tradicional sea mala o no sea factible o útil. Entiendo que hay cosas que deben enseñarse desde esos parámetros o planteamientos, pero creo que en los tiempos que estamos no podemos estar con escuelas del siglo XIX, profesores del siglo XX y estudiantes del siglo XXI. Tenemos que encontrar un nexo común en los tres para poder aportar a los estudiantes las herramientas que necesitan, utilizando la metodología más adecuada. En concreto, trabajo mucho con la pedagogía de la creatividad, que tienen que ver con sacar las mejores ideas que los alumnos llevan dentro; con la pedagogía de las manos, que tiene que ver con interiorizar un pensamiento, leer un texto y a partir de ahí representar el contenido de ese texto a través de un objeto que se elabora con las manos, y que vamos elaborando y decorando en base a lo que se ha leído o trabajado. Trabajo con viajes pedagógicos, con la contemporaneidad de la educación. El plantear a los alumnos un viaje imaginario o las corrientes de pensamiento educativo contemporáneos y, a partir de ahí, vamos preparando un equipaje durante todo el cuatrimestre, durante toda la asignatura. En ese equipaje los alumnos van recogiendo y redactando en un cuaderno cómo aprenden, van incluyendo esos objetos, esos materiales que significan la prueba o la evidencia de que se ha aprendido e interiorizado. Al final de todo este planteamiento, de todo este viaje, los alumnos terminan el proyecto con una representación teatral en cuyo guion deben incluir los contenidos básicos de la asignatura. Por tanto, es un aprendizaje a través de proyectos en el que el alumno desde el primer momento tiene que emprender ese camino, ese proyecto y, finalmente, solventarlo de la mejor manera posible. En este proceso participan también mucho los familiares, vecinos, amigos… ya que es un proceso bastante transversal y generacional a todos los niveles”.
“… creo que en los tiempos que estamos no podemos estar con escuelas del siglo XIX, profesores del siglo XX y estudiantes del siglo XXI.”
En el caso de alumnos de primaria y de secundaria, ¿qué metodologías consideras más acertadas?
“Eso es un reto para todos los profesores. Las metodologías son las que son, y normalmente cada profesor tiene que saber encontrar la adecuada para enfrentarse al alumnado. No creo que haya metodología perfecta y extensible a todos los contextos, ni a todos los alumnos de primaria, ni a todos los de secundaria. Entiendo que cada profesor adquiere las mejores fórmulas para educar conforme a las necesidades. No es lo mismo un centro que está en un barrio o que está en otro; no son las mismas necesidades que tienen unos estudiantes, que las que tienen otros… En definitiva, eso nos obliga al profesorado a buscar o encontrar esos recursos. Lo que está claro es que, en este momento, en la era de la tecnologización del sistema educativo, los profesores tienen que aceptar ese reto, tienen que acercar el conocimiento a los estudiantes partiendo del uso de recursos tecnológicos, de múltiples paradigmas pedagógicos que ayude a que los estudiantes aprendan de una manera diferente y, sobre todo, partiendo de sus intereses. No podemos seguir desarrollando métodos tradicionales que no se ajustan a lo que el alumno espera o necesita. Esos métodos tienen que entrar en diálogo con los actuales; por eso no me atrevo nunca a recomendar una metodología. Considero que los profesores tienen que probar las nuevas metodologías que existen, ir sacando conclusiones e ir aplicando un poco de aquí y un poco de allá para poder dar respuesta a los estudiantes. Atender a las necesidades individuales de cada estudiante sigue siendo un reto, por tanto, quizás debamos utilizar metodologías mucho más integradoras y mucho más inclusivas en las que se tenga en cuenta la necesidad de cada uno de esos estudiantes”.
“… quizás debamos utilizar metodologías mucho más integradoras, mucho más inclusivas en las que se tenga en cuenta la necesidad de cada uno de esos estudiantes”.
¿Cómo puede el docente motivar a los alumnos en riesgo de fracaso escolar para que continúen sus estudios?
“Hay edades muy complejas en las que es muy difícil transmitir a un niño o a un adolescente lo importante que puede llegar a ser la educación en su vida. La educación académica me refiero, porque la otra se sobreentiende que es imprescindible. Los estudiantes tienen que encontrar en la escuela espacios de felicidad para la convivencia ciudadana y espacios que se dediquen a responder a las necesidades que ellos tienen. Hay un perfil o colectivo concreto de estudiantes con unas necesidades específicas que no sienten, quizás, ese deseo o necesidad de aprender, por los motivos que sean. Sobre todo, descubren que los contenidos que se les enseñan en la escuela no son útiles o adecuados para responder a sus necesidades. Por tanto, el esfuerzo que tiene que hacer la escuela para no perder a estos estudiantes pasa por educar o enseñar partiendo de los intereses del niño y, en especial, intentar dar las mejores respuestas y tratar de relacionar el conocimiento que se transmite con la vida y las circunstancias en las que se encuentra inmerso el propio niño o adolescente”.
¿Hay suficiente comunicación entre los centros escolares y las familias de niños, niñas y adolescentes?
“Creo que esa es una asignatura pendiente en el sistema educativo actual. Cada vez se insiste más en ese tema, en su importancia, y se ponen en marcha escuelas de madres y padres para trabajarlo. Ahora con las comunidades de aprendizaje también resulta especialmente importante el papel de padres y madres en la vida de los centros, pero estamos en un mundo en el que las personas viven aceleradamente, tienen una jornada laboral muy amplia, de muchas horas, y no pueden dedicar todo el tiempo que quisieran o desean en la colaboración con la educación académica. No deja de ser una asignatura pendiente, como digo, en la que también tienen un papel importante los profesores a la hora de captar la atención de esos padres, y de desarrollar actividades y experiencias en las que se cuente con cada uno de ellos para mejorar la educación de sus hijos. Esta comunicación no deja de ser un reto en la medida en la que, efectivamente, se reconoce la importancia que tiene, pero no se materializa a través de proyectos, de ideas o
¿Consideras que la inteligencia emocional es también una asignatura pendiente en el sistema educativo actual?
“Es otra asignatura pendiente, pero también se está trabajando bastante más. Esto es un tema clásico en educación, ya muchos pedagogos y pedagogas del XIX y principios del XX se esforzaban por reivindicar la importancia que estos temas tenían. En estos momentos, se empieza a darle importancia a las inteligencias útiles, entre ellas la inteligencia emocional y, quizás, no se trabaje con la suficiente intensidad o no nos terminemos de creer la importancia que tiene. O sea, quizás le demos importancia a nivel teórico, pero no estoy muy convencido de que a nivel práctico o evaluativo en el sistema educativo se le esté dando el valor que esto tiene.
“…gestionar las emociones supone ofrecer al ser humano un conjunto de herramientas y de mecanismos que son especialmente útiles para entender el modelo de vida en el que nos encontramos…”
¿Qué problemas desencadena que niños, niñas y adolescentes no tengan una adecuada gestión de las emociones?
“Encontrarse en un mundo sin recursos y sin instrumentos para enfrentarse a él; eso es realmente bastante duro para un adolescente, un niño o, incluso, para un adulto. Pienso que gestionar las emociones supone ofrecer al ser humano un conjunto de herramientas y de mecanismos que son especialmente útiles para entender el modelo de vida en el que nos encontramos; en definitiva, las emociones nos ayudan a entender e interpretar el mundo que nos acoge. O sea, a través de esa gestión o canalización de las emociones aprendemos realmente a sobrevivir, a disfrutar con lo que se hace, a sufrir moderadamente, a enamorarnos con cordura…, en fin, son diferentes emociones que tenemos que aprender a canalizar de la mejor manera posible, sobre todo si nuestro objetivo o deseo pasa por ofrecerle al alumno ese conjunto de herramientas básicas y fundamentales que necesitamos las personas para relacionarnos los unos con los otros. Sin saber gestionar las emociones nos falta una parte muy importante del conocimiento experiencial, que es el que nos ayuda y nos enseña a interpretar los guiones del mundo”.
¿Cómo puede el educador enseñar a tener esa gestión de las emociones?
“La primera cuestión quizás reside en la empatía, un profesor tiene que ser empático con sus estudiantes. Primero, tiene que partir de las necesidades que tienen sus estudiantes y, para partir de esas necesidades, tiene que conocer a sus estudiantes. Así, el primer esfuerzo que el docente tiene que hacer es obtener de los estudiantes, a través de muchas maneras: invitándole a escribir, a hablar, a que le cuente en una narración o carta… Obtener información siempre de la vida del alumno, porque esa obtención de información le va a ayudar a diseñar un proyecto docente que atienda a las necesidades de esos estudiantes. Cuando uno conoce a esos estudiantes, en el día a día, en la tarea cotidiana docente, puede ir introduciendo experiencias, actividades, cuestiones que sean capaces de ir respondiendo a esas necesidades que los estudiantes tienen, y al hilo de esto desarrollar una docencia bastante experiencial que tiene que ver mucho con posibilidades del docente para ayudar a los alumnos en este sentido, organizando muchas actividades para que los alumnos expresen como se sienten, para que con libertad cuenten como son, a quienes quieren, de qué manera conciben la vida, de qué manera entienden al ser humano… El aula es un ecosistema en el que participan los seres humanos y, quizás, hay que convertirla en un laboratorio de experiencias ciudadanas donde el ser humano va descubriendo el sentido de la vida y, sobre todo, va aprendiendo a afrontar los retos de la vida con esos recursos que el maestro va poniendo a su disposición y les va ofreciendo poco a poco”.
“…la educación online no va a sustituir nunca las posibilidades de la enseñanza presencial en la que un profesor se convierte en asesor, en guía, en tutor, en acompañante… de un estudiante…”
Ahora me gustaría hablar de algo a lo que la situación sanitaria actual nos ha forzado: la educación a distaría ¿Consideras que el actual sistema educativo estaba preparado para ella?
“Quizás no lo estábamos tanto los profesores, como el propio sistema en sí, porque los recursos estaban ahí y no los estábamos utilizando, entre otras cosas porque tampoco conocíamos, en muchos casos, el potencial de muchos de ellos y no nos habíamos planteado utilizarlo. Pienso que la carencia ha estado no tanto en los instrumentos o en los recursos, sino en la formación que el profesorado tenía para poder hacer frente a este reto y a esta tarea. Los profesores han tenido que aprender autónomamente a manejar todos esos recursos, a ponerse al día con todos los recursos, por tanto, eso ha supuesto un esfuerzo ímprobo para los profesores que hay que valorar, considero que muy positivamente. Por otra parte, esto de los recursos tecnológicos evidentemente tiene un problema, y es que no somos conscientes de que hay familias, personas que no tienen acceso a este tipo de recursos por los motivos que sean: económicos, sociales, familiares… Efectivamente, esa descompensación entre el alumnado está ahí, y es cierto que el profesorado no ha podido hacer mucho para compensar esas desigualdades que, quizás, se hayan generado al hilo de una enseñanza online. En cualquier caso, una educación online debe ser siempre un complemento a algo presencial, porque la educación online no va a sustituir nunca las posibilidades de la enseñanza presencial en la que un profesor se convierte en asesor, en guía, en tutor, en acompañante… de un estudiante, demostrándole de manera cercana, vivencial e incluso pasionalmente todo aquello que le quiere transmitir”.
En el caso de la primaria, ¿este tipo de educación requiere que los padres se involucren más en la educación de sus hijos?
“Sin duda, porque la enseñanza online conlleva un aprendizaje más autónomo por parte del estudiante. Entonces, si estamos hablando de contextos universitarios donde los estudiantes tienen adquirida esas capacidades, en la mayor parte de los casos, los estudiantes serán capaces de desarrollar o gestionar su propio proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, los estudiantes de primaria necesitan un asesoramiento, acompañamiento y una guía mucho más continua y, por lo tanto, los padres han tenido que convertirse en maestros de clases particulares, algunos de ellos sintiéndose sobrepasados con la tarea que la escuela les encargaba en esos tiempos pandémicos”.
Con el actual ritmo de vida ¿pueden los padres permitirse que sus hijos estudien a distancia?
“Si nos referimos a alumnos de infantil y primaria, es prácticamente imposible. Creo que nadie se plantea eso. Estamos viviendo estas circunstancias que nos llevó a tener que desarrollar una enseñanza así, porque ante no dar, desarrollar o administrar ningún tipo de enseñanza, esa era la factible y viable, y es la que se ha desarrollado. Pero a esos niveles de enseñanza nadie recomendaría este tipo de educación”.